Los felinos pertenecen a la familia Felidae y surgieron hace aproximadamente 25 millones de años. Tienen pelaje corto y patas adaptadas para correr, lo que los convierte en cazadores hábiles capaces de alcanzar altas velocidades, con una fuerza y destreza excepcionales en sus saltos. Esta característica de la depredación es muy importante, ya que los grandes felinos ayudan a mantener el equilibrio ecológico en las áreas donde se encuentran.
En la Amazonía, el jaguar (Panthera onca), el puma (Puma concolor) y el ocelote (Leopardus pardalis) son los felinos más grandes que se encuentran en la región. El jaguar es el felino más grande de América y es uno de los animales que representan a la Amazonía, siendo considerado la reina de la selva. Puede alcanzar aproximadamente 1,80 metros de longitud y 100 kilogramos de peso. Ágiles y con gran destreza, los jaguares trepan a los árboles tanto para descansar como para refugiarse o cazar. También son excelentes nadadores.
El puma es el segundo felino más grande de Brasil, capaz de saltar distancias de hasta 6 metros y saltar alturas de más de 15 metros. Debido a sus hábitos nocturnos, es más difícil de encontrar y su dieta incluye desde pequeños roedores hasta grandes mamíferos. A diferencia del jaguar, que tiene un rugido, el puma tiene una vocalización parecida a la de los gatos domésticos.
El ocelote, que mide en promedio 77 centímetros y pesa 18 kilogramos, es un animal versátil que se adapta a varios ambientes y es abundante en Brasil, presente en más del 80% de las áreas estudiadas en el país. Generalmente caza de noche, pasando el día escondido, alimentándose de pequeños mamíferos como crías de venados, pacas, agutíes, cobayos y pequeñas aves. En ausencia de estos, también caza lagartos, pequeñas serpientes, ranas y peces, siendo su dieta flexible una de sus principales características.